Los Max, en el Matadero

CALLEJÓN DE GATOS

Por segundo año consecutivo, la entrega de los Premios Max de las Artes Escénicas ha tenido lugar en Madrid. Si en la pasada edición el ámbito de la ceremonia fue el Circo Price, en ésta lo fue una de las naves del Teatro Español en Matadero. El maestro de ceremonia, Alex O’Dogherty, tras abrirse de capa, mencionó el hecho. ¿Con intención?

En los días precedentes a la fiesta teatral, ya corrió la especie de que iban a ser los últimos Max, no sólo porque lo fuesen por ser la postrera edición, o sea, la XVI, de los galardones, sino porque a partir del próximo año podrían desaparecer.

Todo parece indicar que la Academia de las Artes Escénicas estará niquelada muy pronto. En tal caso, la organización de los premios anuales del sector pasaría a la Academia. El que siguiesen denominándose Max o no, está en el tejado. De la SGAE.

Mientras, la profesión goza con los triunfos incontestables de Follies, con seis premios en sus seis nominaciones, por el lado teatral, y de Teresa Nieto, con cuatro premios en sus cuatro nominaciones, en danza, por su Tacita a tacita.

Y goza de otros reconocimientos relevantes: al arrollador Sanzol, como autor en castellano (En la luna); al emergente Tellería, como autor en euskera (Lingua Nabajorum) o al sabio Mayorga, por su versión de La vida es sueño. Al soberbio grupo Ron Lalá se le dio un Max como empresa, pero podría habérsele concedido por su autoría de Siglo de Oro, Siglo de Ahora.

Pesos pesados del teatro español tuvieron, asimismo, su premio: Amparo Baró (Actriz Protagonista), Guillermo Heras (Nuevas Tendencias) o Ana Diosdado (Honor). Sin duda, los premios gordos de esta lotería se los llevó Follies, de Mario Gas y los suyos. Follies fue la última producción de la etapa de Gas en el Español, su adiós, antes de la llegada de Natalio Grueso.

El montaje realizado impecablemente por Mario Gas del musical de Stephen Sondheim, con 32 actores, cantantes y bailarines, y una orquesta de 19 profesores, fue la superproducción de un teatro público, que en algún momento la empresa privada pensó en absorber. Pero, los costos...

En la obra se narraba la despedida, en una fiesta, de Dimitri Weissmann, porque su teatro va a desaparecer. Y, en realidad, la fiesta de Weissmann-Gas culminó el lunes en Matadero. Con una especial mención a Alicia Moreno. Estos Max en el Matadero, que Moreno propició, han sido un homenaje a su etapa. Merecido. También, claro, un homenaje al Español, con su larga historia, desde 1583. Que sigue.